Sonorama Ribera va a más y ya son 27
Somorama desde dentro.

El festival cumple su 27º aniversario mejorando expectativas, con nombres destacados como Rozalén, Los Planetas, Luz Casal, Biznaga y Carlangas.
La música española tiene una fiesta llamada Sonorama Ribera, y si alguien aún no lo conoce, se celebra en el mes de agosto en la localidad burgalesa de Aranda de Duero. Allí se concentran cada año miles y miles de personas para disfrutar de un amplio y variado abanico de músicos, conjuntos, solistas, veteranos, noveles, raperos, ñoños, rockeros, guapos y feos. Todos tienen su espacio y, en mayor o menor medida, lo aprovechan con notable éxito.
En esta ocasión, se congregaron un total de 140.000 personas repartidas en los cuatro días que duró el festival. Desconozco si la organización tiene en cuenta el número de personas que se acercan a la ciudad en las sesiones matinales que ofrece el festival, donde siempre están presentes el calor, las pistolas de agua y el vino.
Esta parte del festival es un must.
En su vigesimoséptima edición, la propuesta arrancó con mucha fuerza en comparación con tiempos anteriores. No es novedad si miramos otros festivales, ya que muchos de ellos utilizan grandes reclamos en sus carteles para los primeros y laborables días, asegurándose de que no solo se llenen los días festivos.
Califato ¾ abrió la jornada con sus potentes beats, su soniquete flamenco y su irreverencia andaluza. Más tarde, comparecieron Los Planetas para recordarnos, una vez más, que “Super 8” cumplía la friolera de 30 años, y en esta ocasión con sorpresa incluida: Enric Jiménez, exbatería de la banda, reapareció en Aranda para júbilo de sus fans, sumando más emotividad a una actuación sincera, sobria y redonda.
Después llegó el momento de las despedidas. Primero, El Columpio Asesino se despidió con temas como “Toro”, “Babel” o “Perlas”, una forma perfecta de decir adiós a Sonorama. En segundo lugar, Niños Mutantes también se despidieron por partida doble, ya que fueron el grupo sorpresa en la matinal del jueves en la mítica Plaza del Trigo, y antes (el miércoles por la noche) actuaron en uno de los escenarios principales.
En la rueda de prensa de la noche del jueves se condensaron todos los elogios que se profesan tanto los músicos como la organización de Sonorama, capitaneada por Javier Ajenjo; una relación duradera, cargada de respeto y admiración. Hasta en ocho ocasiones ha actuado la banda granadina en el Ribera.
Para cerrar el capítulo de la noche del miércoles, tengo que destacar el descaro y la elegancia de Carlangas y Los Cubatas. Un conjunto con un sonido fresco, sin pretensiones, y con unas referencias musicales exquisitas. Fueron ellos quienes dieron el pistoletazo de salida a las versiones con “Hola mi amor” de Junco y “Historia triste” de Eskorbuto.
El jueves nos trajo la ya mencionada sorpresa de Niños Mutantes en la Plaza del Trigo. Por la noche, fue el turno de Burning, la banda madrileña que llegó a Aranda inmersa en su gira del 50º aniversario. Luz Casal, a sus 65 años, demostró cómo un artista debe parar, templar y mandar sobre el escenario, en este caso con más mérito al tratarse del formato festival.
Dentro de los grandes nombres se colaron actuaciones destacadas, como la de Biznaga, una banda de punk con 12 años de trayectoria que ejecutó temas como “Imaginación Política” con una brillantez poco común en el género.
Otra actuación a resaltar fue la de Valeria Castro, una artista palmera que, a pesar del contexto, defendió una “rutina” cargada de belleza, armonía y luz.
Para terminar… OBK, abreviatura de Oberkorn (It's a small town), tema instrumental de Depeche Mode. Los catalanes supieron ganarse tanto a los suyos como a los que no lo eran, haciéndolos bailar a base de beats comunitarios y letras sobre el amor.
Nos costó llegar, pero allí estuvimos. El viernes, después de una serie de bandas locales repartidas por los tres escenarios urbanos, Sonorama nos sorprendió con Pignoise, cuyas melodías desenfadadas incluyeron una colaboración con Despistaos, que también formaron parte de la sesión nocturna.
No fue la única sorpresa, ya que se rindió un sentido homenaje a la banda Supersubmarina. Fernando Navarro presentaba su libro “Algo que sirva como luz”, en el que cuenta la historia del grupo. Además, Sonorama inauguró un banco en su honor, donde cualquiera podrá sentarse en un enclave estratégico: la propia Plaza del Trigo.
Por la noche, Coque Malla nos deleitó con canciones fácilmente reconocibles, tanto de su etapa en solitario como de la banda Los Ronaldos. Un maestro como él siempre es necesario en un evento de estas características.
Bonito fue el homenaje dedicado a Antonio Vega, en el que varios artistas prestaron su voz a las canciones del malogrado compositor.
Dejando a un lado las guitarras y las baterías, me acerqué a disfrutar de otros ritmos y formas. Para ello, armé un tríptico casi perfecto.
Comencé por Lia Kali, una rapera barcelonesa que ya ha dejado de ser una promesa, y que venía tras cruzar el charco en una serie de conciertos. La segunda parada fue el gallego Sen Senra, quien descargó su sensual y distinguido R&B. Para cerrar el tríptico, elegí el trap de bajera que proponen los pamploneses Chill Mafia. Un sofá en mitad del escenario y fumándose un buen “churton”, así fue como se presentó Ben Yart ante los suyos… hasta que se levantó para cantar “No sé qué me pasa”. No creo que haya mucho más que decir.
Para cerrar el festival (técnicamente termina el domingo), dos nombres sobresalieron por encima del resto: Rozalén y Hombres G.
Rozalén, castellana de nacimiento, se subió a las tablas para cantar, agradecer y disfrutar de la comunión que supo generar con el público. Tanto es así que decidió bajar a la “arena” para cantar con ellos “La puerta violeta”. Es normal que Rozalén se sienta como en casa cuando visita Aranda, ya que Castilla no hay más que una.


