Pedro el Granaino. Cafe Berlín
Pedro “El Granaíno” vuelve a demostrar que su flamenco no precisa de sofisticación ni barroquismos

Por fin llegó el invierno a la capital del reino y junto a él volvimos a disfrutar del sexto festival de flamenco Café Berlín en la que se presentaba en su tercera fecha el artista andaluz junto a su querido compañero “Antonio de Patrocinio”.
La noche comenzó con el cartel de no hay billetes desde hacía días y con la misma expectación que siempre suscitan las figuras. La cola de asistentes provocaba que algún turista se preguntara que es lo que iba a ocurrir allí dentro así que me vi en la obligación de intentar explicar con mi aseado, que no fluido inglés, lo que era el flamenco y lo que más tarde ofrecería la sala ya que ellos estaban más cerca del tech- house que no de un Fandango de Huelva.
No por Huelva precisamente comenzó el recital si no por una Granaína que sirvió para dar calor a la voz del artista y centrar al público. De la misma forma que hacen los djs en sus sesiones, casi de una forma imperceptible, el tema que sonaba ya no era el mismo y en este caso gracias a unos acordes de Antonio la Granaína había mutado en unos verdiales. La noche ya se ponía divertida.
Unas palabras de agradecimiento tanto a la organización del festival, a la sala y al público dieron paso a unas Soleares con letras profundas y por momentos desgarradoras debido a la crudeza y al nivel de tristeza que transmitieron.
Mas allá de enumerar cante a cante letra a letra, que tal vez no sea ni efectivo ni efectista para el lector, me remitiré a intentar interpretar el lenguaje que emplean para transmitir su arte al público.
Este lenguaje se nutre básicamente de frases en su mayoría enunciativas, no buscan del publico respuestas ni caben muchas reflexiones ya que se trata de una forma de entender el arte sencilla y directa.
De la mano de artistas popularísimos como Remedios Amaya, Camarón o Paco Toronjo hacen del repertorio una propuesta muy reconocible y eso junto a sus formas (cada día más delicadas) generan en el oyente una sensación de acompañamiento con los músicos. La parte del mensaje de aquella noche en la que se escucharon más adjetivos y adverbios fue cuando Bandolero (maestro de ceremonias del festival y brillante percusionista) subió al escenario para acompañar dos cantes en el que por Tangos llego a crear una atmosfera llena de matices y de diferentes capas. Siguieron las palabras de agradecimiento para amigos, publico, sala y un largo etc para terminar una noche en la que Pedro Y Antonio habían demostrado que hoy en día no es necesaria la utilización constante de multitud de tonos a modo de recursos estilísticos, escalas infinitas llenas de velocidad ni adaptaciones bizarras de letras imposibles para generar en el publico admiración y respeto.
Cortita y al pie.

